
orugas en el mar
orugas en tu pelo...
La orugas se comían al sol aquella mañana. Eran grandes, verdes, oscuras y tenían todo su cuerpo embadurnado en sapolán.
Poroto, que nunca fue valiente ese día corrió junto a miles, pero por más esfuerzo que hiciera, por más fuerte que gritara, por más desgarrador que fuera su llanto, las orugas, prolijas seguían con la tarea silenciosa de llenar sus panzas con la luz.
Ese día no hubo noche, fue el final de todo.
orugas en tu pelo...
La orugas se comían al sol aquella mañana. Eran grandes, verdes, oscuras y tenían todo su cuerpo embadurnado en sapolán.
Poroto, que nunca fue valiente ese día corrió junto a miles, pero por más esfuerzo que hiciera, por más fuerte que gritara, por más desgarrador que fuera su llanto, las orugas, prolijas seguían con la tarea silenciosa de llenar sus panzas con la luz.
Ese día no hubo noche, fue el final de todo.
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